Enfrentamientos de la enfermedad y la muerte en pacientes oncológicos del Programa Alivio del Dolor y Cuidados Paliativos del Hospital San Vicentes de Arauco.
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La sociedad moderna, rinde culto a la ciencia como un lugar donde encuentran respuestas las incertidumbres, miedos, angustias, ansiedades, riesgos y vulnerabilidad de la vida. Por lo tanto la modernidad es animada por la fría supremacía de la razón instrumental la cual, no sólo ha negado a Dios, sino que también ha negado las emociones y los distintos matices de éstas, así como la comprensión del cuerpo como una máquina que puede ser disgregada y cuyas partes operan autónomamente. Modernidad que nos ha llevado a separar cuerpo/alma lo que ha conllevado en la actualidad, a tener al ser humano atrapado en diferentes tipos de enfermedades de no-armonía. El cáncer, es situado desde esta perspectiva como una enfermedad, cuyas respuestas a sus posibles causas, recuperación o sanación se sitúan en la modernidad en la ciencia de la medicina, así como también a todos aquellos síntomas que le acompañan en el curso progresivo de ésta. El dolor y la muerte surgen entonces como uno de los mayores temores que los seres humanos se enfrentan cuando reciben un diagnóstico de cáncer. El dolor es tan elemental como el fuego o el hielo. Pertenece a las experiencias humanas más fundamentales, las que nos hacen ser lo que somos. Quizás el dolor se parezca más al amor, en el sentido de que viene y se marcha por su propia cuenta. En la actualidad se descubren nuevos detalles sobre la vida secreta que el dolor lleva dentro de nosotros. Sin embargo, en nuestra cultura, el mundo moderno, occidental, industrial, tecnocrático, ha conseguido convencernos de que los dolores, sencilla y enteramente, son un problema médico. Pensamos en el dolor y al mismo tiempo imaginamos escenas con medicamentos, ungüentos, drogas, cirugías, hospitales, laboratorios etc. No se puede renegar nuestra relación biológica con el dolor, como tampoco hay que rechazar el conocimiento biomédico que tanto ha costado a la ciencia lograr saber sobre el dolor. Lo que se hace necesario e indispensable es, enriquecerlo con el conocimiento de las voces olvidadas de quienes padecen el dolor. Se hace necesario re-encontrarse con el significado del dolor. Sin descartar que nuestra bioquímica está ligada de manera inextricable con los significados personales y culturales que fundan el dolor. El cáncer en etapas avanzadas de la enfermedad nos hace tener un encuentro personal con el dolor, que en algunos casos el progresivo avance de las células cancerígenas, llevan a la persona a encontrarse con la única certeza que tenemos en la vida, “la muerte”.