Escobar Diaz, Fernando2011-10-072011-10-072010Revista de la Academia, no. 15, 2010. p.99-11807171846http://bibliotecadigital.academia.cl/xmlui/handle/123456789/85Lo propio del hombre implica una pertinencia; la pregunta ¿Qué sobemos del hombre? Exige una respuesta para diferenciarnos de todo aquello que no cumple los requisitos de la humanidad. Al momento en que se enuncia la respuesta advenimos hombres y, no contentos con esto, advenimos occidentales. Seguimos representando nuestra obra de identidad pero ¿cómo representamos al hombre no occidental? Pensar nuestra identidad nos lleva al mismo instante a pensar nuestras relaciones con otro, cuyas identidades difieren unas de otras en su propiedad. Para comenzar hay que plantear la pregunta: ¿Qué sabemos de occidente? Pero no para responder sobre identidad de lo humano, sino para invitar a pensar lo que se juega en lo que se juega en la configuración de una identidad. Si occidente se representado a sí mismo es porque también representa restoesOCCIDENTEDARSILENCIOOTROLEVINASDECIROccidente y el habla comúnArticle